La Arqueología baja «a la calle» (al bar)

Todo el mundo que haya estado en una excavación, en un congreso de arqueología o en cualquier evento relacionado con nuestra amada disciplina sabe que a las arqueohólogas nos gusta más la cerveza que a Patxi Franco los pantanos. Pues bien, los modos de divulgación del Bien Común que vamos a comentar en este post tienen mucho que ver con eso, porque se aprovechan de que nuestro gusto por las cerveza es una de las pocas cosas en las que coincidimos con la gente normal las no arqueólogas.

Así pues, en este post vamos a hablar, en primer lugar, de las barferencias organizadas por las arqueólogas que están excavando en la Ermita de Santa María del Yermo de Llodio/Laudio (sí, como siempre, querida lectora, lo que estás pensando es cierto: en este yacimiento también se recurrió al voluntariado en Arqueología, de lo que hablamos en otro post, y en él también se realizaron jornadas del tipo «abierto por obras», de lo que hablamos en otro post que no es el mismo otro post que en el que hablamos de lo del voluntariado sino otro post diferente de ese post que es diferente del post que estás leyendo ahora). Y, en segundo lugar, hablaremos de los debates abiertos organizados por el Grupo de Arqueología Social (GAS) (sí, de nuevo llevas razón: el GAS también tiene un blog sobre Arqueología del que hablamos en otro post totalmente diferente de todos los posts mencionados hasta ahora en este post).

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Uno de los ponentes de la barferencia de Llodio/Laudio. No podemos decir nada más porque no estuvimos allí, ni siquiera se nos ha ocurrido un chiste malo sobre ello… lo sentimos

Empecemos por las barferencias. ¿Qué son las barferencias? Su nombre, como el algodón, no engaña: son conferencias realizadas en un bar, en este caso, conferencias que tratan sobre Arqueología (no sabemos si el resto de sectores científicos están tan alcoholizados como el nuestro y si, por ejemplo, hay barferencias de química, en las que, suponemos, los gases de los experimentos se mezclarán con las cañas y demás bebidas provocando una borrachera de dimensiones importantes).En el caso de las barferencias celebradas en Llodio/Laudio (a las que, desgraciadamente, ninguna de las creadoras de este blog pudo ir), estas tenían el objetivo de difundir las novedades con respecto a las excavaciones en la Ermita de Santa María del Yermo de ese año, relacionándolas con un problema histórico de carácter genérico (en el caso de las de 2016, las Guerras de Bandos). Este tipo de iniciativa tienen una potencialidad muy grande, porque si las arqueólogas queremos relacionarnos con la gente, además de tratar temas que le interesen a la gente, también deberíamos estar en los sitios en los que está la gente. Así, una barferencia debería tener una mejor acogida que una conferencia en una casa de cultura, en una biblioteca o en la universidad. Además, al desarrollarse en un lugar informal, las asistentes a las barferencias se sentirán menos cohibidas de hacerles preguntas o sugerencias a los ponentes, con lo que se facilitará un debate entre las «expertas» y las «no expertas». Por último, las barferencias tienen la ventaja de provocar el interés de la comunidad local por el Bien Común de su zona, lo que, como ya hemos comentado en otro post, puede ser un primer paso para que lo valoren y lo protejan.

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Debate abierto sobre los símbolos franquistas en nuestras ciudades, al que acudieron «expertas», «no expertas»… y nosotras (no sabemos cómo catalogarnos, y es algo que viene de lejos… cuando nacimos, la médica, en vez de decir si éramos niño o niña, soltó «No sé, yo creo que son humanos…»)

En cuanto a los debates abiertos organizados por el GAS, estos también se celebran en bares (por lo que, al igual que las barferencias, tienen la ventaja de llevar la Arqueología a los sitios donde está la gente, de facilitar el debate entre «expertas» y «no expertas» y de provocar el interés de la comunidad local por el Bien Común de su zona). Sin embargo, tienen algunas diferencias con las barferencias (toma pareado: ¡en tu cara, Eminem!). La principal es que los debates abiertos tienen una base totalmente diferente al tipo de divulgación que consiste en «expertas» transmitiendo información a «no expertas», y que, aunque con novedades, es mantenida en buena parte por las barferencias, incluso en su innovador nombre. Así pues, se basan en que la denominación Bien Común no se quede en eso, una denominación: si se le llama Bien Común tiene que ser un bien común. De esta manera, si el Bien Común es de toda la comunidad, ¿por qué las únicas que pueden hablar y decidir sobre él son o personas con traje y corbata o personas con chándal y sombrero de explorador? Los debates abiertos, por lo tanto, se basan en que el Bien Común es de interés comunista común, y, por lo tanto, todas las personas deberían poder opinar sobre él. Siguiendo este pensamiento, aunque en los debates abiertos del GAS las «expertas» acuden con algunos puntos sobre un tema concreto para hablar sobre ellos, estos no son expuestos, asimilados y punto y final, sino que lo importante son los debates que sobre dichos puntos se producen por parte de las asistentes, sin diferenciar a las «expertas» de las «no expertas». Estos debates abiertos sirven, por lo tanto, para crear un debate público sobre los elementos de la materialidad que interesan a la gente (como la destrucción del Bien Común por parte de ISIS, la presencia en nuestras ciudades de símbolos franquistas como el escudo con el aguilucho águila imperial en edificios públicos o la existencia en nuestras ciudades de puntos negros por los que el heteropatriarcado ha decidido que las mujeres no deberían pasar, entre otros ejemplos), y este debate público se realiza con la comunidad local e incentiva su espíritu crítico, aunando así tres de los principales objetivos que, a nuestro entender, debería tener la divulgación arqueológica. Como punto negativo de dichos debates abiertos se encuentra la escasa respuesta por parte de la comunidad, quizá provocado por una difusión deficiente de la realización de estas actividades y no por un desinterés real por parte de la gente (dejadnos soñar…), ya que en la mayoría de estos debates abiertos éramos muy pocas las participantes ajenas al propio grupo organizador. Sin embargo, es interesante destacar que en uno de estos debates abiertos, que trataba sobre cómo gestionar los símbolos franquistas de nuestras ciudades, hubo una gran afluencia de público (tan grande que era casi imposible oírse las unas a las otras, sobre todo porque las amables responsables del bar en el que se celebró se negaron a bajar la música). Este gran número de participantes en dicho debate se debió a que gran parte de ellas estaban participando en un curso cultural sobre Arqueología del Franquismo que se celebraba en esos meses en Vitoria-Gasteiz, sede del GAS y de las dos piradas que escriben este blog, lo que nos enseña que el hecho de crear métodos innovadores de divulgación arqueológica no conlleva necesariamente la eliminación o la desaparición de los métodos tradicionales de divulgación arqueológica, como los cursos culturales, sino que ambos tipos de proyectos deberían complementarse.

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